

Equilibra la polaridad (el ying y el yang) y nos permite asumir mejor nuestra dualidad masculino-femenino. Elimina culpas y confusiones a nivel sexual y nos aporta seguridad y armonía. Reintegra las energías dispersas a los meridianos correspondientes posibilitándonos una mayor flexibilidad tanto en lo físico como en lo moral. Aporta calma y lucidez.